Por Dewrys Montero
Con un récord de 156 países y una asistencia de casi 300,000 personas, se celebró en Madrid la Feria Internacional de Turismo. Para sorpresa de la comunidad internacional, entre tantos pabellones hermosos y creativos que representaban países de todos los continentes, ayuntamientos y ciudades autónomas de Europa, el de la República Dominicana emergió como la joya de la corona.
En esta extraordinaria feria internacional del turismo, donde participaron 500 empresas más que en años anteriores, todo el mundo prefería hacer largas filas para entrar al pabellón del país que tiene todas las primacías en América.
Recuerdo que una decena de europeos y asiáticos, que nunca habían visitado la República Dominicana y que fueron parte de los 884 expositores participantes, coincidieron en comentar que el pabellón de la República Dominicana, más que maravilloso, se veía como la mejor de las representaciones: como isla, como pueblo, como país, y admiraron el gran trabajo en cada detalle.
Una familia de empresarios japoneses declaró en francés que el pabellón dominicano reflejaba un ambiente feliz, lleno de alegría, y que el esplendor y la belleza de las playas, la flora y la fauna de la República Dominicana les hacían sentir como si estuvieran allí, lo que les despertaba el deseo de ser dominicanos.
Un experto en turismo de la ciudad de París comentó que el pabellón de la República Dominicana mostró una magia hermosa como ningún otro, y que muchos inversionistas estarían interesados en invertir en el sector turístico.
Mi mayor sorpresa fue cuando dos empresarios del sector turístico de Brasil, al saber que soy dominicana, me dijeron: «Ese paraíso que ustedes tienen como marca país se hace aún más fuerte por la calidez y el encanto de ustedes como personas, que irradian felicidad y buenas emociones». Por otro lado, los dominicanos residentes en España y otros países de Europa se mostraban orgullosos y felices de ser dominicanos.
Después de esta feria, puedo decir sin lugar a equivocarme que la imagen de la República Dominicana como marca país ha crecido aún más. Y mientras más países conozco, más orgullosa me siento de ser dominicana.
Es importante resaltar que en la República Dominicana tenemos la primera catedral del Nuevo Mundo, la primera iglesia, y aún se conservan las ruinas del primer hospital de América. Mejor dicho, aquí se construyó la primera ciudad del Nuevo Mundo. Además, desde la República Dominicana fue que partió Ponce de León cuando descubrió la Florida, cuya vivienda se conserva en un pueblo ubicado a media hora de Punta Cana.
La autora es políglota, licenciada en Derecho y con una maestría en Diplomacia y Relaciones Internacionales, obtenida en Madrid, España.